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El desafío de las canastas de alimentos de la Junaeb 2020 – 2021. Otro modelo de negocio

Fuente: Radio Ñuble

Más de 100 millones de toneladas de alimentos ha entregado la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) este 2020, a través de canastas individuales a los estudiantes beneficiarios del Programa de Alimentación Escolar y de Párvulos, lo que equivale a que más de 1,8 millones de niños, niñas y adolescentes han recibido alimentación escolar, de forma inédita, en sus hogares.

En un año de pandemia y ante la problemática sanitaria mundial, las empresas prestadoras del servicio de alimentación indican que el desafío no ha sido fácil. Cada canasta individual entregada este año ha contemplado cubrir las necesidades nutricionales individuales de un estudiante por el equivalente a tres semanas de clases y se han debido tomar todos los resguardos sanitarios. Los concesionarios pasaron de cocinar los alimentos en los colegios a tener que desplegar una logística totalmente distinta para armar las canastas de alimentos que tienen que durar 15 días hábiles, lo que los obligo a cambiar bruscamente su modelo de negocio para adaptarse a las necesidades del mercado. Compras, transporte, bodegaje fueron las áreas de las empresas que más tuvieron que adaptarse a este nuevo escenario, enfrentándose a un sin numero de problemas, como la falta de stock de muchos productos, entre otros.

Las empresas concesionarias

El Programa de Alimentación Escolar PAE de la Junaeb, es una industria compuesta por empresas de distintas dimensiones que suelen estar fuera del radar de la memoria del común de las personas. Empresas como Hendaya, Distal, Soser, Alicopsa, Aliservice, Salud y Vida, Merkén entre otras, tienen presencia en Santiago y en todo el país, , y cuentan con grandes plantas de producción y logística que se distinguen a nivel latinoamericano.

Cada año, la Junaeb licita su servicio de alimentación por una duración de tres años por alrededor de un tercio de la cobertura de colegios que necesitan alimentación para sus alumnos, programa que -sumando a la Junta Nacional de Jardines (Junji) y Fundación Integra- tiene un alcance total de alrededor de 1,8 millones de niñas, niños y jóvenes a lo largo del país, que reciben raciones de desayuno, almuerzo y algún snack.

Este año, las empresas concesionarias y el Estado han tenido que hacer esfuerzos inéditos para seguir entregando la alimentación a los niños de todo Chile en un año de pandemia. Dado que lo que se provee es por lo menos para el 70% de ellos, el único alimento que reciben en el día, hubo que resolver en tiempo récord cómo se llegaría: Se definió que sería cada 15 días hábiles con canastas de alimentos, las cuales llegaron a más de 15 mil establecimientos educacionales, jardines infantiles y salas cunas, y fueron retiradas por las familias y cocinadas en sus casas.

Patricio Rey, de Soser, es uno de los empresarios que pertenece al programa desde sus orígenes. “Nuestro objetivo principal es alimentar a los niños de Chile y, quienes llevamos décadas haciéndolo, nos preocupamos por modernizar año a año nuestras plantas y sistemas de logística, llegando a todas las ciudades del país. Hoy, nuestro desafío va en la línea de contribuir en la educación de las familias chilenas”. Y enfatiza: “En esta etapa, el programa debe estimular a los niños y sus familias en el aprendizaje de la alimentación sana. En gran medida ocurre que las familias todavía privilegian comida calórica por sobre ensaladas y frutas que se envían en grandes cantidades y en distintos formatos; ahí aun se pierde mucha comida y existe una oportunidad inmensa de educación”, dice.

Recuerda cómo, para el aluvión ocurrido en 2015 en Copiapó, ante la ausencia de suministro de gas, el Programa les permitió llegar con sus productos Pouch -preparaciones gourmet selladas al vacío con alta tecnología y que no requieren refrigeración- y los niños no conocían varios alimentos ni condimentos, “por ejemplo los ravioles”, dice. “Pensaron que eran empanadas pequeñas y se les explicó que era una variación de los tallarines, comida italiana”, recuerda. “Sería muy bonito que un profesor en alimentación o un encargado PAE les enseñara a comer sano y a cómo hacerlo, porque por mucho que se les presenten las ensaladas y frutas no tienen internalizado su consumo”, señala.

Chile a la vanguardia y ante nuevos desafíos

En el año 2002, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), organismo dependiente de las Naciones Unidas, reconoció el Programa de Alimentación Escolar de Chile como uno de los cinco mejores del mundo, y le solicitó ser socio fundador de la Red Latinoamericana de Alimentación Escolar (RAE). Casi 20 años después, aun el país se encuentra entre los que tienen un programa que se distingue a nivel mundial. En Sudamérica, destaca junto al programa que existe en Brasil. En sus orígenes, nació con el objetivo de “eliminar el hambre en Chile”.

Hoy, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas indica que el Mapa del Hambre en el mundo aun es crítico en países sudafricanos y en Haití. “Los puntos críticos del hambre” requieren una respuesta de la comunidad internacional para evitar muertes. Globalmente estima que serán necesarios más de 10.000 millones de dólares para financiar las operaciones en un total de 80 países. En Sudamérica, solo algunas regiones de Bolivia integran esa lista. Chile salió de esa lista hace más de 40 años.

En un año de pandemia si bien los primeros meses a contar de marzo fueron complejos y el abastecimiento de productos se ralentizó en relación a los años anteriores, hoy las distintas empresas están llegando con éxito a todo Chile y ya se encuentran preparadas para seguir abasteciendo tanto a la zona central como a los extremos e islas del país. Aun desconocen si el panorama para 2021 será igual al de 2020 o quizás un mix de canastas para los hogares y abastecimiento en establecimientos educacionales. Pero están preparadas para ambos escenarios.